Los probióticos son microorganismos vivos (bacterias, en la mayoría de los casos) similares a los microorganismos que se encuentran de manera natural en el intestino humano. Las bacterias probióticas más comunes son las cepas Lactobacillus y Bifidobacterium. Los probióticos tienen el potencial de ser beneficiosos para la salud manteniendo o mejorando el equilibrio saludable de la flora microbiana intestinal. El interés por los probióticos de la comunidad científica y de la industria es cada vez mayor, consecuencia del creciente vínculo entre el microbioma intestinal y la salud.

Los ácidos grasos omega-3 vienen copando desde hace tiempo la atención mediática dada su creciente presencia en alimentos enriquecidos (lácteos, huevos, aceite de oliva o galletas). Aunque es el pescado azul una de las principales fuentes de omega-3, también se puede obtener a través de complementos alimenticios cuando la dieta normal no alcanza a cubrir una ingesta adecuada de este ácido graso esencial. Hay extensa literatura científica que valida el papel de los ácidos grasos en las diferentes etapas de la vida y la investigación científica continúa trabajando para abrir nuevas vías que confirmen el beneficio de los ácidos grasos omega-3 en la prevención y mejora de determinadas afecciones.

La monacolina K es un compuesto activo presente de manera natural en la levadura roja de arroz y químicamente idéntico a algunos medicamentos indicados para el colesterol; por ello, en determinadas circunstancias, se la considera una alternativa alimenticia a estos medicamentos. A pesar de la evidencia científica acumulada, a nivel europeo, aún está pendiente la armonización de la monacolina K en complementos alimenticios en lo referente a niveles de dosificación máxima.

Una investigación llevada a cabo por investigadores de Europa y Estados Unidos concluye que Europa se enfrenta a una “epidemia” de espina bífida y anencefalia en comparación con países con políticas obligatorias de fortificación con ácido fólico. La prevención primaria obligatoria mediante la fortificación con ácido fólico reduciría considerablemente el número de embarazos afectados y el gasto económico derivado.

El uso de complementos alimenticios en centros asistenciales y por la población general podría conllevar un ahorro del gasto público, según afirma un análisis de 19 estudios de carácter retrospectivo llevado a cabo desde el Reino Unido.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha establecido los niveles adecuados de magnesio y fósforo en la ingesta alimentaria. Esta acción forma parte de la revisión permanente de los valores dietéticos de referencia en la Unión Europea tal y como lo solicitó la Comisión Europea en 2005. El trabajo permanente de la autoridades europeas junto a la continua investigación científica es determinante para que los complementos alimenticios sean considerados en los protocolos de reducción del riesgo de episodios médicos asociados a enfermedades crónicas como la osteroporosis.

CLYMBOL, un proyecto de investigación de cuatro años financiado por la Comisión Europea y que finalizará en 2016, tiene como objetivo comprender mejor el impacto de las declaraciones de propiedades saludables en las etiquetas de los alimentos, y cómo esto afecta a los hábitos de consumo. Desde Afepadi consideramos necesarios estudios de esta índole para poner en manos del consumidor la información más adecuada para la toma de decisiones dietéticas bien fundadas.

Un informe de la Comisión Europea concluye que, a pesar de la fragmentación del mercado de los complementos alimenticios, algunas acciones emprendidas por estados miembro -en materia de ingredientes vegetales, niveles máximos y mínimos de vitaminas y minerales, y control de ventas a través de internet- constituyen ejemplos de buenas prácticas para sentar la base de un futuro debate para garantizar la calidad, seguridad y eficacia de los complementos alimenticios.

El doble objetivo de las declaraciones de propiedades saludables ha de ser, por un lado, animar a las empresas a hacer afirmaciones precisas y basadas en el rigor científico sobre los beneficios saludables de sus productos y, por otro lado, ayudar a los consumidores a mejorar su salud a través de decisiones dietéticas bien fundadas a través de más y mejor información alimentaria.

El sector de los complementos alimenticios supera en España los 600 millones de euros1; procurar complementos alimenticios de calidad, seguros y eficaces es fundamental para garantizar la buena salud del sector y la protección del consumidor.