El uso de complementos alimenticios en niños y adolescentes se ha vuelto muy popular y su consumo se ha extendido en la mayoría de los países industrializados. Para mantener una buena salud es fundamental, entre otros aspectos, llevar una dieta sana y equilibrada mediante la ingesta adecuada de micronutrientes, vitaminas, minerales y otros oligoelementos. Sin embargo, en los últimos tiempos, las encuestas de consumo de micronutrientes entre las poblaciones pediátricas europeas revelan que un porcentaje importante de niños empiezan a mostrar cierto déficit de determinadas vitaminas y otros elementos, especialmente vitamina D, vitamina E, hierro, yodo y ácido fólico.
Por otra parte, cada vez hay más evidencia científica que demuestra que algunos suplementos alimenticios son beneficiosos para la salud en general y para controlar algunas afecciones de salud. Por este motivo, el equipo de investigadores del estudio COIMBA perteneciente a diferentes centros pediátricos de varios puntos de España ha querido conocer el grado de penetración que tienen los complementos alimenticios entre pediatras y hasta qué punto son utilizados en su práctica clínica diaria.
Complementos alimenticios en la práctica pediátrica
Un total de 433 especialistas en pediatría han participado en este estudio con una edad media de 52,5 años (78.4% de los participantes eran mayores de 45 años). De los primeros resultados, se desprende que los probióticos, prebióticos y simbióticos eran los complementos alimenticios más recomendados (91.9%) seguidos por suplementos alimenticios inmunoestimulantes (80.4%), vitaminas y/o minerales (76.2%) y ácidos grasos Omega-3 (75.1%). No se apreciaron diferencias significativas en el uso de un complemento alimenticio u otro en función de la edad del pediatra a excepción de los inmunoestimulantes que se recomendaron con más frecuencia entre los pediatras mayores de 45 años.
En relación con uso final que se le da al complemento alimenticio, las vitaminas y/o minerales se recomendaron principalmente para mejorar el estado nutricional (74.8%), los ácidos grasos Omega-3 para mejorar los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) (84.8%), los inmunoestimulantes para mejorar las defensas y prevenir el resfriado (87.1%) y los probióticos/prebióticos/simbióticos cuando existía medicación con antibióticos (92.6%) y en presencia de trastornos gastrointestinales (91.2%). También se recurría a la fitoterapia para aliviar la tos y reducir la secreción de mucosidad (29.3%).
A la hora de explicar los motivos que impulsaban a recomendar complementos alimenticios, los encuestados argumentaron la confianza y la experiencia previa con el producto como los más frecuentes (51.6%) seguidos por la composición e indicaciones del producto (43.1%) y la tolerabilidad (39.9%).
Complementos alimenticios e infancia
La segunda parte de la investigación se centró en recoger datos registrados a 4.303 niños tratados con simbióticos, complementos alimenticios a base de Omega-3 y suplementos alimenticios inmunoestimulantes con una edad media de 4.5 años.
Un total de 4.074 niños (94.7%) fue tratado solo con una de las tres categorías de complementos alimenticios. De estos, 1763 (43.3%) recibieron simbióticos, 1457 (35.8%) inmunoestimulantes y 854 (21%) ácidos grasos Omega-3. En este caso, sí que hubo diferencias estadísticamente significativas entre los tres suplementos alimenticios en función de la edad del paciente, el motivo de la recomendación y la duración de su consumo. Por ejemplo, los niños tratados con suplementos Omega-3 era significativamente mayores (7.6 años de edad) que los tratados con simbióticos (3.9 años) o inmunoestimulantes (3,4 años).
En el estudio sobre los complementos alimenticios y su recomendación por pediatras, los participantes también calificaron la mejora clínica experimentada tras el consumo de estos productos en una escala que iba del “Mucho” al “Nada” pasando por “Bastante” y “Leve”. Un 39% de los casos, notó “mucha” mejoría, un 50,6% “bastante” y el 10.4% restante fluctuó entre “Nada” o “Leve”.
En la investigación también se sometió a estudio el grado de satisfacción. El 52.1% se mostraba “Muy satisfecha”, el 40.9% “Bastante satisfecho”, y “Moderadamente” o “Ligeramente satisfecho”, el 7.1%.
Desde Afepadi consideramos que la evidencia científica que existe sobre los beneficios sobre la salud de los complementos alimenticios y su grado de seguridad está llevando a que el mundo médico empiece a incorporarlo en combinación con la prescripción farmacológica tradicional.
Los complementos alimenticios ofrecen un medio seguro, efectivo y rentable para favorecer una buena salud entre todos los grupos de población. El potencial de los suplementos alimenticios a la hora de reducir el coste sanitario mediante de la prevención de ciertas enfermedades es un asunto que no debe pasarse por alto y que las autoridades de todos los países deberían tener muy presente a través de políticas de prevención que tengan en cuenta su consumo.