El Reglamento 1881/2006 por el que se fija el contenido máximo de determinados contaminantes en productos alimenticios puede incorporar modificaciones en unos meses. Tras las evaluaciones de riesgo publicadas por la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), el grupo de trabajo de Contaminantes de la CE está debatiendo actualmente la fijación de unos límites máximos de PAs.
Qué son los PAs
Los alcaloides de pirrolizidina son toxinas naturales que producen las plantas como mecanismo de defensa frente a herbívoros. Se calcula que aproximadamente 6.000 especies de plantas en todo el mundo pueden contener PAs, lo que supone el 3% de todas las plantas con flores.
El 95% de estos PAs se encuentran principalmente en cinco familias de plantas (Asteraceae, Boraginaceae, Fabaceae, Orchidaceae y Apocynaceae) y su contenido depende de diversos factores (especie, cosecha, almacenamiento, procedimientos de extracción, etc.). La cantidad de PAs es, por tanto, variable y puede ir desde un nivel de traza hasta un 19% del peso en seco de la planta.
El tema de debate surge a raíz del potencial tóxico de los PAs para el ser humano que, al parecer, puede derivar en diversos grados de daño hepático y enfermedad venoclusiva. Además, el Centro de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) clasifica los PAs como “posiblemente carcinógenos para el ser humano” (grupo 2B).
Antecedentes
El tema de los PAs en alimentos viene de lejos. Desde 2007, la EFSA ha ido publicando diferentes dictámenes e informes al respecto. El más reciente, publicado en 2017, se centraba en la presencia de PAs en la miel, el té, las infusiones de hierbas y los complementos alimenticios (“Risk for human health related to the presence of pyrrolizidine alkaloids in honey, tea, herbal infusiones and food supplements”).
En esta ocasión, la EFSA actualizaba su advertencia de 2011 sobre los riesgos de los PAs para la salud humana y animal ya que, en aquel momento, la entidad europea sólo pudo concluir que podía existir cierta preocupación en bebés y niños que hicieran un gran consumo de miel, la única categoría de alimentos sobre la que había datos disponibles entonces.
En las nuevas conclusiones emitidas en 2017, la EFSA concluía que la exposición a estos alcaloides podía ser motivo de preocupación a largo plazo para la salud humana debido a su carcinogenicidad entre aquellas personas con un consumo elevado y frecuente de tés e infusiones herbales. De la misma forma, el consumo de complementos alimenticios a base de plantas que produzcan estos alcaloides podía derivar en una toxicidad a corto plazo con efectos sobre la salud.
A nivel nacional, el Comité Científico de la AESAN emitió en febrero de 2019 un informe sobre el riesgo asociado a la presencia de alcaloides de pirrolizidina en polen destinado al consumo humano.
Qué puede ocurrir
Aunque la agenda política puede demorar este tema, al parecer la voluntad es que antes de verano se vote una propuesta para dar tiempo a pasar por el Parlamento Europeo y que la Comisión Europea la publique a finales de año, con un periodo transitorio aún sin especificar. Todo apunta a que la propuesta podría:
- Incrementar el nivel máximo propuesto de 400 microg/kg a 500 microg/kg de alcaloides de pirrolizidina en complementos a base de polen, polen y derivados de polen.
- Aprobar el establecimiento de un nivel máximo de 400 micrg/kg de alcaloides de pirrolizidina en complementos a base de hierbas, a pesar de los comentarios del sector.
- Revisar la categoría que englobaría los complementos a base de hierbas “Complementos alimenticios que contengan sustancias botánicas y sus preparados” intentando hacer alguna excepción en aquellas partes de la planta en las que se sepa que no hay presencia de PAs, como ya ocurre con los aceites vegetales.
Desde Afepadi consideramos que es fundamental que se tomen las medidas oportunas itan que garanticen la máxima seguridad del consumidor refrendando, de esta forma, lo que estipula el Reglamento (CE) 178/2002 por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la seguridad alimentaria. De todas formas, son las autoridades europeas la que deberán decidir en este asunto y, nuevamente, nos podemos encontrar con un freno evidente porque tendremos que esperar varios meses hasta conocer la decisión definitiva.