En 2003, la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos anunció sus planes para adecuar la regulación de las declaraciones de propiedades saludables en alimentación (health claims). Según esta agencia, la medida iba a facilitar a las empresas la elaboración de los health claims basándose en diferentes grados de evidencia científica, a la vez que se podría ofrecer más información a los consumidores sobre la dieta, ayudando así a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
Esta medida proponía la utilización de los llamados qualified health claims en el etiquetado usando una jerarquía de grados de certeza:
A: Existe un consenso científico significativo para [la declaración].
B: Aunque existe alguna evidencia científica que apoya [la declaración], la evidencia no es concluyente.
C: Alguna evidencia científica sugiere [la declaración]. Sin embargo, la FDA. ha determinado que esta evidencia es limitada y no concluyente
D: Investigación científica muy limitada y preliminar sugiere [la declaración]. La FDA. concluye que hay poca evidencia científica que apoye esta afirmación
En ese momento, se alzaron críticas contra los nuevos estándares alegando que, en lugar de ayudar al consumidor, se inducía a confusión y que la evidencia científica era, en su mayor parte, inadecuada para apoyar los llamados qualified health claims.
Hoy, este sistema está en revisión; se están realizando estudios sobre la comprensión del consumidor sobre diversos sistemas de clasificación posibles que se podrían utilizar para describir el grado de evidencia científica para una declaración de propiedad saludable. La FDA volverá a examinar sus sistemas de clasificación y directrices apropiadas una vez se completen estos estudios.
En diciembre de 2006, la Unión Europea publicó el Reglamento 1924/2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, que establecía normas armonizadas en toda la UE para el uso de declaraciones de propiedades saludables o nutricionales sobre los perfiles nutricionales de los alimentos. Uno de los objetivos clave de este Reglamento fue garantizar que cualquier declaración contenida en la etiqueta de un alimento estuviera justificada con pruebas científicas. De las más de 44.000 declaraciones de propiedades saludables presentadas por los estados miembro, sólo 255 fueron autorizadas tras la evaluación de la Comisión Europea. De momento, los health claims para complementos alimenticios son los mismos que para el resto de alimentos de consumo corriente y se la considera información voluntaria hacia el consumidor.
Actualmente, en España por imperativo legal se debe poner en el mercado un producto sin indicación obligatoria de uso y esto es contrario a toda la normativa en materia de protección al consumidor. Sería más adecuado informar de manera obligatoria al consumidor de cuál es esa función nutricional o fisiológica en el etiquetado del producto que va a consumir, como sí ocurre en Italia. En este sentido, la propuesta de la FDA sobre la jerarquización de los qualified health claims apostaba por ofrecer más información de valor al consumidor y ayudarle en la toma de decisiones respecto a su alimentación.