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Miércoles, 22 Octubre 2014 00:00

Alimentos funcionales: una opción con futuro, un uso con historia

Los alimentos llamados “funcionales” son parte de las opciones de compra del consumidor y un territorio de innovación para la industria. Sin ser una novedad, ya que hace tiempo que existen y los consumimos en beneficio de determinados objetivos dietéticos, su generalización ha levantado voces que discuten su propósito. La alimentación funcional es aún un desafío científico. 

La definición de salud ya no está sujeta únicamente a la ausencia de enfermedad sino que también se incluye el bienestar físico, mental y psicológico. En este contexto, la alimentación además de ser necesaria para el desarrollo y el crecimiento juega un papel importante en el mantenimiento de la calidad de vida.

Los alimentos funcionales no han sido definidos por las autoridades europeas. El International Life Sciences Institute (ILSI), en Estados Unidos, los define como una variedad de componentes, nutrientes  y no nutrientes que afectan a una serie de funciones corporales relacionadas con el bienestar y la salud y/o con la reducción del riesgo de enfermedades1.

Cabe apuntar que el concepto de alimento funcional nació en Japón en la década de los 80 cuando las autoridades sanitarias japonesas, para controlar el gasto sanitario, decidieron promover una mejor calidad de vida de la población a través de la dieta. Así se desarrollaron una serie de alimentos para contribuir a mejorar determinados aspectos de la salud2.

En la historia reciente, contamos con ejemplos de alimentos que han sido enriquecidos con el propósito de  prevenir deficiencias nutricionales: a principios del s.XX la sal se yodizó en Suiza; en 1918, en Dinamarca, se fortificó la margarina con vitamina A concentrada y en los años 30, en muchos países se introdujo la leche fortificada con vitamina A y harina con hierro y vitamina B3. Los avances en medicina del siglo pasado favorecieron una mayor longevidad y con ella una mayor preocupación por una nutrición saludable y  buena calidad de vida. En la industria, esto se tradujo en la innovación y diversificación de los alimentos y bebidas con valor añadido.

En la comercialización de estos productos hubo un aumento de las declaraciones relacionadas con la salud cardiovascular y el control del colesterol, a través de formulaciones con estanoles vegetales y esteroles4 (fitoesteroles) y betaglucanos (presente en la avena). Y un aumento de las declaraciones que incluían omega 3, otros ingredientes para la salud ósea, digestiva, cerebral y otros relacionados con la “belleza”.5

Para ordenar el mercado, afianzar la confianza y garantizar una base científica en las declaraciones saludables de los productos se publicó el Reglamento (UE) 432/2012, “por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos distintas de las relativas a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo y la salud de los niños”. En este sentido, la EFSA, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria es muy restrictiva a la hora de evaluar las solicitudes de declaraciones saludables recibidas.

La innovación en la industria avanza más rápido que el marco legal y regulatorio, por lo que muchas veces ésta se ve frenada. Se hace necesario, pues, invertir más en I+D+i favoreciendo la transferencia de conocimiento y tecnología desde los centros de investigación, para poder garantizar una base científica a los ingredientes y a las declaraciones saludables. Una vez validadas, estas declaraciones ayudarán a comunicar los beneficios nutricionales y saludables a consumidores y a los profesionales de la salud.

 

 

 

1. Ashwell M, Concepts of functional foods. International Life Sciences Institute. 2002. ISBN 1-57881-145-7
2. Shimizu T, Health claims on functional foods: the Japanese regulations and an international comparison. Nutr Res Rev. 2003 Dec;16(2):241-52. doi: 10.1079/NRR200363.
3. Das JK, Salam RA, [...], and Bhutta ZA. Micronutrient fortification of food and its impact on woman and child health: a systematic review. Syst Rev. 2013; 2:67
4. Bernácer R, Roig D, Lozano B, Russolillo G. Efecto reductor del colesterol de una margarina comercial en adultos con hipercolesterolemia: revisión de la literatura científica. Rev Esp Nutr Hum Diet. 2013; 17(1): 34 – 44
5. http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:L:2012:136:0001:0040:ES:PDF

 

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