La asociación, creada hace 60 años, trabaja de manera transversal con los sectores industriales de España con el objetivo de impulsar la Calidad como motor de la competitividad y la sostenibilidad tanto de los profesionales como de las empresas de nuestro país. En palabras del presidente de la AEC, “el término ‘calidad’ debe comprenderse como un concepto holístico del que forman parte varios elementos como son la seguridad alimentaria, la lucha contra el fraude alimentario, la economía circular, el cambio climático o el equilibrio de la cadena agroalimentaria”.
El sector agroalimentario ha estado en el punto de mira a lo largo de los años y se ha enfrentado a varias etapas tras las cuales ha conseguido salir reforzado. “De estas fases destacamos la fase de la ‘calidad’, en la cual los consumidores solicitaban que la información de los alimentos y los ingredientes estuviera debidamente indicada en el etiquetado; la fase de la seguridad alimentaria, provocada por grandes crisis relacionadas con el mundo animal, como la crisis de las vacas locas, o la fase de la nutrición y la salud, en la que se cuestiona el uso de ingredientes tradicionales, pero altamente nocivos como el azúcar, la sal o las grasas. Actualmente estamos viviendo una etapa de sostenibilidad, entendida en un sentido amplio de la palabra, en la que no solo hablamos de sostenibilidad ambiental y de lucha contra el cambio climático, sino que también trabajamos para conseguir que las empresas estén más vinculadas a la sociedad de la que forman parte”.
Dado el gran poder exportador y la buena reputación de la industria alimentaria en nuestro país, la cadena agroalimentaria está sujeta a los máximos estándares de calidad, y que hay que seguir trabajando en este sentido para, incluso, mejorar esta realidad. Este hecho, además, se ve reforzado por la sociedad de la información, que ha revolucionado por completo la forma como las personas interactúan entre ellas y con su entorno. Esto ha contribuido a que los consumidores tengan más acceso a la información, y con ella, aumenten sus necesidades. “Debemos interactuar con la sociedad, escuchar sus necesidades y debemos hacerlo en todos los canales, además de los puntos de venta en las redes sociales, considerados potentes canales de creación de opinión”, matiza Hernández, quien añade que, “todo ello debemos hacerlo sin dejar de lado las estrategias planteadas a medio y largo plazo para garantizar la sostenibilidad”.
La gran variabilidad de consumidores hace que las empresas puedan elegir un tipo de consumidor a quienes dirigir sus productos, o por el contrario, abarcar a todos ellos. No obstante, en los últimos años ha aumentado el perfil del consumidor preocupado por adquirir productos que respeten el medio ambiente, cuyas empresas incluyan en su negocio políticas de responsabilidad social corporativa o colaboraciones con alguna ONG. Según el presidente de la AEC, “se trata de un perfil de consumidor muy característico del norte de Europa y gran prescriptor puesto que es muy activo en redes sociales. Sin embargo, más allá de esta tendencia creciente, la crisis del COVID-19 está modificando el perfil de consumo, además de poner a prueba la cadena agroalimentaria con unos muy buenos resultados. Concretamente, y tras esta etapa, nos encontraremos con un consumidor más preocupado por su salud, por cuidarse más, y por aspectos relacionados con el cambio climático y la sostenibilidad”. En este sentido, asociaciones como Afepadi trabajan diariamente con sus asociados y los organismos reguladores competentes para promover esta realidad.
El asociacionismo, actor clave en el sector alimentario
Tal y como afirma Óscar Hernández, las asociaciones sectoriales juegan un papel clave en la consecución de los retos, en este caso, de la industria alimentaria. “Cualquier empresa debe formar parte de la asociación sectorial de su negocio para poder defender sus intereses legítimos en todos los aspectos, y no solo en términos de calidad y sostenibilidad”. La consecución de nuevos retos requiere de un trabajo conjunto entre empresas y administraciones, y en este sentido, asociaciones como Afepadi representan los intereses de sus asociados a la vez que aúnan opiniones e iniciativas de gobiernos centrales y autonómicos, así como de organismos reguladores europeos. “Sin duda alguna, el binomio entre administraciones y asociaciones es vital para defender intereses legítimos y comunes de los sectores”, concluye Hernández.