En su ponencia abordó los aspectos más importantes del etiquetado obligatorio de los productos, así como los principales obstáculos legales para poder publicitar este tipo de productos. Según Rodiño, “el mercado va siempre por delante de las normas y, a falta de éstas, la aplicación de las normativas generales de etiquetado y publicidad, que pueden ser válidas para otras categorías de alimentos, se han demostrado totalmente inadecuadas para los “nutricosméticos” en lo que a declaraciones de belleza se refiere. Este es un mercado que está teniendo un crecimiento exponencial, por lo que se hace más necesario que nunca una regulación que tenga en cuenta las especificidades de estos productos si realmente se quieren proteger los derechos del consumidor y, al mismo tiempo, dotar de seguridad jurídica a las empresas”.    

La salud de nuestra piel es un indicador de nuestra salud general. La piel actúa como barrera protectora aislando el organismo de factores externos como bacterias, sustancias químicas y temperatura. La piel requiere nutrientes específicos para mantener su equilibrio, dado que está sometida a cambios constantes por factores ambientales y al proceso asociado con el envejecimiento.

Pero también hay otros aspectos que justifican el uso de nutricosméticos: los cambios culturales, sociales y económicos de una población cada vez más longeva que mantiene su espíritu joven, y que desean reflejar esta juventud en su aspecto externo. Disminución de las arrugas, una piel de aspecto firme o una mayor densidad y volumen de nuestro cabello son algunas de las necesidades que los consumidores buscan en estos productos.

Una piel sana es una piel bella y, para lograrlo, hay que cuidarla también desde el interior. Para ello en el mercado existen complementos alimenticios con respaldo científico que ofrecen al consumidor seguridad, calidad y eficacia.