Durante la formación, que se ofreció en formato de videoconferencia, Fernández nos explicó que los objetivos de los estudios de estabilidad no solo van más allá de determinar o verificar la vida útil de un producto, sino que también evalúan la calidad y consistencia entre los distintos lotes de una misma elaboración, a la par que ayudan a seleccionar la presentación y envasado, lo que es especialmente útil en el registro de nuevos productos.
Descubrimos la importancia de las condiciones climáticas en el estudio de los complementos alimenticios, y que estas vienen determinadas por cuatro zonas: templada, subtropical-mediterránea, cálida-seca y cálida-húmeda. A continuación, Fernández analizó los distintos tipos de estudios (largo plazo, acelerados, condición intermedia, on-going y en uso).
Los asistentes conocieron también el funcionamiento de las cámaras de estabilidad, que son los equipos en los que podemos controlar la temperatura y humedad de las muestras. Asimismo, cabe destacar la importancia de mantener estos equipos calibrados, darles mantenimiento y recibir alertas en tiempo real, así como llevar un registro de las aperturas que sufren.
Así también, a la hora de confeccionar un estudio de estabilidad en complementos alimenticios, debemos tener en cuenta diferentes factores como la composición del producto, los claims, la forma de presentación, el envase, la zona de comercialización y la legislación junto a cualquier otro dato que pueda resultar de interés.
Llegado el momento de efectuar el estudio de estabilidad, es entonces cuando se producen tres fases consecutivas: desarrollo, verificación y validación.