El futuro para fabricantes y proveedores de ingredientes funcionales y, en general, para toda la industria nutracéutica de la que forma parte es claramente optimista. El hecho de que los consumidores empiecen a considerar la alimentación como el medio para mantener una buena salud ha permitido que este sector crezca año tras año e incluso se haya mantenido fuerte en coyunturas económicas complejas.
Empiezan a proliferar estudios e informes que confirman los buenos pronósticos. Según la consultora Mordor Intelligence, durante 2016, el sector nutracéutico que engloba tanto a los ingredientes funcionales como a los suplementos dietéticos y a los alimentos y bebidas funcionales, sobrepasó la cifra de los 200.000 millones de dolares y se prevé que se alcancen los 300.000 millones de dólares en 2022.
Otro informe, en este caso de la consultora MarketandMarkets, también pronostica un porcentaje de crecimiento anual del 7,2% hasta el 2020 y una cifra de negocio que puede llegar a los 38.000 millones de euros para ese mismo año. Paralelamente a estos estudios, el éxito de certámenes como Nutraceuticals Europe Summit & Expo viene a confirmar el buen momento que atraviesa este sector.
Los ingredientes funcionales se definen como aquellas sustancias que a partir de unas dosis determinadas y unas condiciones de uso concretas, pueden tener unos efectos saludables sobre el organismo. Sin embargo, según la normativa, no están destinados ni a prevenir, curar o tratar enfermedades y sólo quedan limitados a ciertas funcionalidades que la EFSA les ha reconocido (favorecer, mejorar, optimizar, incrementar, etc.)
Principales frenos y limitaciones
El principal problema y freno al que se enfrenta la industria alimentaria y los proveedores de ingredientes funcionales es una legislación excesivamente restrictiva en el terreno de las health claims – declaraciones saludables – que ralentiza la plena y absoluta expansión.
Actualmente, en el Reglamento 432/2012 se recogen 222 health claims autorizadas para utilizarse en las etiquetas de aquellos alimentos que incorporan ingredientes funcionales, una cantidad que la industria considera insuficiente. Las compañías no cejan en su empeño y siguen dedicando recursos y presentando estudios científicos para argumentar las cualidades saludables y beneficiosas de otras sustancias, a pesar de que su aprobación es muy lenta y con cuenta gotas.
Hace un tiempo, un informe ponía de manifiesto que el Reglamento de health claims (CE 1924/2006) podía acabar ralentizando la innovación en la industria alimentaria en toda la UE. Desde Afepadi compartimos no sólo la conclusión de este estudio sino que además consideramos que unos criterios de evaluación de claims demasiado estrictos no sólo van en contra del desarrollo y expansión del sector sino que también entorpecen el derecho del consumidor a estar adecuadamente informado.